La tiara de los camafeos, la más codiciada dentro de la corona Sueca

Una de las tiaras más impresionantes de la Casa Real de Suecia es la de los camafeos, llamados así a cualquier grabado que se realiza en una piedra preciosa. Su origen se encuentra en París, en donde los camafeos fueron muy populares en el primer Imperio Francés. Fue obra del orfebre parisino, Marie-Etienne Nitot para la emperatriz Josefina, esposa de Napoleón Bonaparte.
Esta tiara es parte de un conjunto de principios del siglo XIX, que cuenta también con un par de pendientes, un collar y una pulsera. Esta hermosa pieza cuenta con cinco camafeos clásicos adornados por perlas y engastadas con oro rojo.

El origen de estos camafeos es incierto, pero la pieza central representa la coronación del amor. Se piensa que es la historia del amor prohibido entre dioses y humanos que protagonizaron Psique y Cupido. Además, utilizaron figuras de la Antigua Grecia y Roma, así como de la mitología en cada uno de los camafeos; cosa que era muy común en la época napoleónica.
De París a Suecia…
Después de que se diera la separación de Napoleón y Josefina, esta se llevó la tiara y sus joyas cerca de París al Château Malmaison. Luego de varios matrimonios dinásticos y herencias, la tiara de los camafeos llegaría finalmente a Suecia de la mano de la nieta de la emperatriz, Josefina de Leuchtenberg, por su matrimonio con el rey Óscar I de Suecia.
Más tarde, la diadema sería heredada por el príncipe Eugenio Napoleón de Suecia y Noruega, hijo del rey Oscar II y nieto de la reina Josefina. El príncipe le obsequió la tiara a la princesa Sibylla de Sajonia-Coburgo-Gotha, que iba a ser desposada por el príncipe Gustavo Adolfo de Suecia.
La última vez que la tiara fue utilizada fue en la boda de la princesa Victoria en el 2010, pero esta tradición iniciaría con la princesa Brigitta, la hermana mayor del Rey Carlos XVI Gustavo de Suecia, la cual decidió llevarla cuando se casó en 1961.


Después su hermana, la princesa Desirée, también la portó en su boda en 1964. Después fue Silvia Sommerlath quien la luciría en su matrimonio con el rey Carlos XVI, y posteriormente la lució en los Premios Nobel.


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